La historia se centra en Steven Russell, un modélico y convencional padre de familia que tras sufrir un accidente de tráfico tiene una inesperada revelación: es gay. Así comienza una nueva y disipada vida, viéndose obligado a cometer una serie de fraudes para poder costearse sus gastos. Sus acciones lo conducirán a la cárcel, donde se enamora de su compañero de celda, Phillip Morris, con quien inicia una relación. Sin embargo, el sistema penitenciario separará a la pareja, y Russell perpetrará varios intentos de fuga para reunirse de nuevo con su amado.
Uno como espectador queda un tanto desconcertado con el desarrollo de la cinta, pues no sabemos si su historia va de broma o si trata de dibujar una sensible mirada hacia los amores que deben vencer obstáculos.
A Jim Carrey se le nota el paso del tiempo y Ewan McGregor mientras tanto coprotagoniza sin mucho entusiasmo este inverosímil producto que nunca se define entre la comedia desvergonzada o el sentido drama romántico.
Mejor no verla...
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